sábado, 2 de agosto de 2014

Los propagandistas de Egipto y la masacre de Gaza


Mientras la mortífera maquinaria de Israel causa terror y muerte al pueblo palestino con la colaboración del gobierno estadounidense y de sus principales aliados árabes, el no menos importante de los cuales es el clan saudí formado por 20.000 príncipes y princesas, en Egipto se ha emprendido una descomunal campaña de odio en el ámbito tanto oficial como no oficial.

El régimen egipcio es uno de los principales carceleros del pueblo palestino de Gaza en el mayor campo de concentración del mundo.

El heredero de Hosni Mubarak en el trono de Egipto, el general Abdulfattah al-Sisi, expresó bien las mentiras que la clase dirigente de ladrones egipcia ha estado propagando en Egipto desde las campañas antiárabes y antipalestinas de mediados a finales de la década de 1970 con el presidente Anwar Sadat.

En su discurso del 23 de julio en conmemoración del aniversario del derrocamiento de la monarquía en 1952 el nada carismático Sisi, cuyas habilidades oratorias rivalizan con las de Yasser Arafat, anunció pomposamente que Egipto ya había sacrificado a “100.000 mártires egipcios” por la causa palestina.
Aunque pocas personas dudan de los sacrificios que han hecho los soldados egipcios para defender Egipto en los últimos 67 años, afirmar que estos sacrificios se hicieron por los palestinos es el colmo de la hipocresía.

Este es un argumento que la clase dirigente de ladrones egipcia ha propagado para afirmar que la terrible situación económica y la pobreza de Egipto no son producto del descarado saqueo de Egipto por parte de esta clase con la ayuda de sus patrocinadores estadounidenses y saudíes desde la década de 1970, sino que se debe a la supuesta defensa de Palestina y de los palestinos, y al supuesto compromiso del presidente Gamal Abdel Nasser de liberar a Palestina de la ocupación colonial de Israel.

La despreciable clase saqueadora
Desde la década de 1970 los palestinos han estado expuestos tanto a estas mentiras como a la vacuidad y bajeza total de esta clase egipcia de ignorantes y analfabetos. La falta de educación y de cosmopolitismo de esta clase se ha hecho totalmente patente en los tres últimos años de propaganda y agitación contrarrevolucionarias en sus canales de televisión y su prensa.

La forma y contenido de este material avergonzaría y escandalizaría a cualquier comunidad de intelectuales, periodistas y artistas que se respete a sí misma, si no fuera porque la mayoría de los intelectuales, periodistas y artistas egipcios han sido o bien reclutados o bien totalmente comprados para defender los intereses de clase (aunque algunas de las personas reclutadas para apoyar al régimen, especialmente académicos, se empezaron a echar atrás últimamente y a reescribir su historia negando haberlo apoyado).

La degradación de la cultura y de los productos intelectuales y estéticos egipcios en los últimos cuatro años es resultado directo del gobierno tiránico de esta clase. No hay más que sentarse con estos hombres y mujeres de negocios, visitar sus casas, ver cómo aparecen representados en las series y películas egipcias, y la cultura que tratan de imponer a través de ellas, escuchar sus conversaciones en los bares y restaurantes de los hoteles de cinco estrellas de El Cairo o ver las entrevistas que se les hacen en los canales de televisión egipcios de una calidad escandalosamente baja para darse cuanta de su absoluta mediocridad en todos los niveles del pensamiento económico y político y del gusto estético, por no mencionar su ignorancia de la literatura y arte egipcio, árabe y mundial y sin mencionar su absoluto desprecio por los pobres de Egipto que constituyen más del 80% de la población.

El hecho de que esta clase de superricos envidie y esté resentido con los más pobres de los pobres por sus escasas pertenencias, especialmente con los palestinos de Gaza, ilustra el tipo de brújula moral que guía sus acciones.

Recuerdo todavía mi horror cuando en octubre de 2010 cené en El Cairo con el multimillonario Nassef Sawiris, el hombre más rico del país, y este anunció orgullosamente al reducido grupo de siete personas que compartíamos la cena que mantiene encendidas constantemente tres pantallas de televisión, en su despacho, en casa y cuando viaja, puestas simultáneamente en tres nuevos canales (si la memoria no me engaña, nombró CNN, CNBC y Fox News) que sin duda funcionan como sus principales fuentes de educación.
Sawiris, que es mucho menos exhibicionista que sus dos hermanos mayores, parecía no dar crédito cuando informé de que me oponía a las políticas de derecha del presidente estadounidense Barack Obama, tanto a las de política interna como a las de externa, ya que parecía incapaz de concebir una postura política a la izquierda de Obama.

En una entrevista publicada recientemente en el diario favorable a Sisi Al-Masry Al-Youm Sawiris elogió a Sisi por suprimir los subsidios a los pobres (al tiempo que mantenía bajo para los ricos el precio de la gasolina de los coches de lujo) e hizo varias recomendaciones neoliberales entre las que se incluía devaluar aún más la libra egipcia, privatizar el transporte público, eliminar los impuestos gravados a los ricos (que según él, el gobierno del depuesto presidente Muhammad Morsi había impuesto ilegalmente a su empresa), proteger a los ministros y empleados gubernamentales de la persecución legal y permitir el uso del carbón como carburante de las cementeras a pesar de la oposición generalizada de los defensores de la salud y del medioambiente.

Sin duda estas medidas seguirían enriqueciendo al rico 1% de la población y empobreciendo a los pobres (el hermano más extravagante de Nassef, mayor que él pero más pobre, Naguib, acaba de empezar a escribir una columna semanal en el diario egipcio Al-Akhbar en la que reitera las recomendaciones neoliberales de su hermano. También pidió a Sisi, en una entrevista en la televisión, que indultara a Mubarak y lo liberara de la cárcel).  

“Ficción e invención”
Lo que quieren afirmar Sisi y la clase a la que está aliado es que todas las guerras de Egipto contra Israel se emprendieron para defender Palestina y a los palestinos, y que supusieron un coste enorme a Egipto, tanto financiero como en vidas de soldados. Pero nada de eso es cierto.

En 1956 Israel invadió Egipto y ocupó el Sinaí, y los soldados egipcios que murieron lo hicieron defendiendo su país y su tierra. En 1967 Israel volvió a invadir Egipto y el Sinaí ocupado, y los soldados egipcios murieron defendiendo su país de una invasión extranjera. Entre 1968 y 1970 Israel y Egipto combatieron en la “Guerra de Desgaste” en la que soldados egipcios murieron defendiendo su país frente la continua agresión israelí y en contra de que continuara la actual ocupación del Sinaí, una guerra que se luchó en territorio egipcio. Y en 1973 Egipto emprendió una guerra para liberar el Sinaí, no Palestina, y de nuevo los soldados egipcios murieron defendiendo su país de la ocupación extranjera.

Nos queda la guerra de 1948 en la que murieron entre mil y dos mil soldados y voluntarios egipcios, según unas u otras fuentes. No fue Nasser, al que se culpa de su apoyo retórico a los palestinos, sino el rey Faruq quien emprendió esta intervención militar egipcia para detener la expulsión sionista de los palestinos, así como el robo sionista de la tierra de los palestinos.

Como atestiguan la mayoría de los estudios de los motivos que había detrás de la intervención en Palestina de Faruq y su gobierno, más que por alguna forma de nacionalismo o solidaridad árabe estuvo motivada por la preocupación de Faruq por el papel dirigente regional de Egipto y el miedo a la rivalidad iraquí.

Al margen de estos motivos, la mayoría de los palestinos no duda de que los soldados y combatientes voluntarios egipcios que murieron, efectivamente murieron defendiendo Palestina y a los palestinos, aunque los soldados que había entre ellos lo hicieran obedeciendo unas órdenes que trataban de defender la hegemonía regional egipcia. Pero esta sigue siendo la única guerra en la que soldados y voluntarios egipcios murieron defendiendo Palestina, por lo que el pueblo palestino y su movimiento nacional ha expresado toda su gratitud.

Pero la manera como estos mil o dos mil soldados y voluntarios se multiplican hasta la cantinela de “100.000 mártires”, como afirma Sisi falsamente, pertenece al ámbito de la ficción e invención que la clase dirigente de ladrones y sus intelectuales a sueldo y propagandistas pagados de la prensa se inventaron tras los Acuerdos de Camp David de Sadat en 1978, los cuales sacrificaron los derechos del pueblo palestino, incluidos los palestinos de Gaza, a cambio de la no soberanía de Egipto sobre el Sinaí y su control policial parcial.
Esto no quiere decir que millones de egipcios, civiles y soldados, no apoyen o no apoyarían a Palestina y los palestinos, o que no lucharían por Palestina y los palestinos, como a menudo reconocen y declaran que harían. Quiere decir que, aparte de las batallas de 1948, nunca se les ha dado la oportunidad de defender a los palestinos en el campo de batalla. Esto es precisamente lo que irrita a la clase dirigente egipcia de ladrones y lo que impulsa la actual propaganda antipalestina y la incitación al odio en los canales de televisión que posee esta clase.

Al oír su propaganda uno pensaría que fueron los palestinos quienes ocuparon el Sinaí, que Egipto no se hizo con el poder y gobernó en Gaza de 1948 a 1967 e impuso desde entonces un asedio de forma intermitente y en los últimos ocho años uno total y continuo.

A pesar de las campañas masivas de los medios, los egipcios no han dejado de apoyar a los palestinos, ya sea manifestándose en contra de la complicidad en las masacres del régimen de Sisi, como han hecho estas dos últimas semanas, o enviando convoyes de ayuda médica a Gaza, a los que los soldados de Sisi hacen volver y les niegan el paso.

Suicidio intelectual masivo
En este contexto es fundamental entender que esta clase dirigente de ladrones es el principal enemigo no del pueblo palestino, sino de la mayoría de los egipcios, a los que oprime, explota, roba y humilla cotidianamente. El papel desempañado por quienes jalean el régimen de Sisi ha ocultado recientemente que los enemigos de los palestinos en Egipto son también los enemigos de la mayoría de los egipcios.

El suicidio intelectual masivo que ha cometido la mayoría de los intelectuales y artistas egipcios (nasseristas, marxistas, liberales y salafistas) al renunciar a sus facultades críticas cuando apoyaron o permanecieron en silencio acerca de las masacres y la represión del nuevo régimen, por no hablar de su silencio acerca de las campañas en contra de los pobres egipcios y los palestinos, recuerda al suicidio cometido por los comunistas egipcios que en 1964 disolvieron su partido para unirse a la Unión Socialista de Nasser.

Esta clase va desde el economista marxista e infatigable defensor de Sisi Samir Amin hasta figuras mucho menos ilustres como el novelista y crítico de Mubarak Alaa al-Aswany, y todas aquellas personas que se sitúan entre ambos, incluido el economista Galal Amin y los escritores y poetas Sonallah Ibrahim, Abd al-Rahman al-Abnudi, Bahaa Taher y muchos otros.

No obstante, el suicidio de los comunistas egipcios en 1964 se produjo cuando los comunistas comprendieron que aunque la represión de Nasser era lamentable y no deseable, en última instancia tenía por objetivo servir a su proyecto común de nacionalización y socialización de la propiedad para erradicar la pobreza de Egipto. No está claro qué lógica hay detrás del suicidio de los intelectuales egipcios contemporáneos al apoyar a la clase dirigente de ladrones egipcia.

La masacre de Gaza es el “plan B”
Resulta poco sorprendente que Sisi haya superado las políticas de Mubarak al aliarse con Israel y coordinarse con él en contra de los asediados palestinos, ya que sirve a la misma clase y a los mismos intereses que servía Mubarak. Lo que ha cambiado, sin embargo, es la vieja conformidad y sumisión de Hamas a los dictados de Mubarak por su sensación de estar atrapada, algo con lo que Hamas ha acabado.
Ahora está claro que la actual matanza de palestinos que está cometiendo Israel resulta ser el plan B, mientras que el plan A era una posible invasión egipcia por tierra de Gaza con la que el gobierno de Sisi había amenazada unos meses atrás después de destruir los túneles que sirven de cuerda de salvamento a Gaza (y eso ocurrió antes de la farsa de elecciones de Sisi), se supone que con ayuda de Israel, con la aparente intención de volver a instalar a Muhammad Dahlan como caudillo de Gaza (1) y librarse de Hamás y de la resistencia palestina.

El hecho de que el máximo responsable de la inteligencia egipcia estuviera de visita en Israel solo unos días antes de que se emprendieran las masacres de Israel y de que tres agentes de inteligencia israelíes visitaran Egipto unos días después no son sino unos indicadores nimios del alto nivel de coordinación entre ambos países.

El sadismo y narcisismo que son rasgos de la corriente dominante de la cultura colonial judía israelí y que se manifiesta en omnipresentes turbas callejeras que gritan “muerte a los árabes” y lleva a sectores de la población colonial judía del país a contemplar desde las colinas y ovacionar la matanza de los palestinos originarios solo tienen parangón con la propaganda sádica y aborrecible de los medios del régimen de Sisi y de la clase dirigente de ladrones egipcia.

De hecho, incluso mientras continúa la masacre de palestinos de Gaza el ejército egipcio anunció el 27 de julio que acababa de destruir otros trece túneles más entre Gaza y Egipto, presumiblemente como parte de su heroica contribución a la continua opresión israelí de los palestinos.

Por lo que se refiere al “alto el fuego” que ofreció Sisi a la matanza de Gaza y que le había sido dictado por sus aliados israelíes, el pueblo palestino lo ha rechazado correctamente en favor de una valiente resistencia militar a la criminalidad de sus captores coloniales israelíes y de una valerosa resistencia política y diplomática frente a la crueldad de sus carceleros egipcios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario