sábado, 22 de noviembre de 2014

El viento de la angustia

                                                                                        La ansiedad es el interés pagado antes de plazo.
                                                                                                                        WILLIAM RALPH INGE 




    Martín Heidegger (1889-1976) es conocido sobre todo como autor de Ser y tiempo (1927) , que se considera una de las obras de mayor impacto de la filosofía del siglo XX. La pertinencia del pensamiento heideggeriano para la comprensión de las emociones resulta evidente si pensamos en la distinción que este filósofo realiza entre dos maneras de abordar el mundo, para las que adopta dos términos interesantes e innovadores: Vorhandenheit y Zuhandenheit. Vorhandenheit, que se ha traducido como "estar ahí" ,es una comprensión teórica de la realidad. Es la manera en que observamos y teorizamos sobre las cosas, y en que llegamos a conocer hechos relativos al mundo a través del examen imparcial, como haría el científico.Zunhandenheit, o "estar a la mano", se refiere al modo en que nos comprometemos con el mundo, en que nos conectamos con él mediante nuestras interacciones con objetos y personas en distintas circunstancias. Heidegger otorgó mayor poder a la Zunhandenheit, lo que equivale a decir que nuestra experiencia del mundo eclipsa nuestro conocimiento científico del mismo. Es lo primero que se da, nuestra manera inicial de conocer el mundo. De igual modo, se podría decir que nuestra experiencia de nuestra vida emocional prevalece sobre nuestra comprensión teórica de ella.  Heidegger creía que la ciencia no puede aprehender por completo la experiencia vivida de la angustia.
  Heidegger tenía claro que la angustia y el miedo son cosas distintas. En sus palabras, el miedo y la angustia son "fenómenos emparentados" que a menudo se mezclan, pero que es menester distinguir. Algo amenazante es "temible" si se encuentra en un ente definido y real. Por el contrario, "aquello ante lo cual uno se angustia es algo completamente indefinido". La angustia no sabe de qué es angustia, porque la amenaza "no está en ningún lugar" en particular y carece de fuente identificable.
  Heidegger da gran importancia a la angustia. De manera muy semejante a la necesidad que tenemos de experimentar miedo ante la presencia de un peligro real con el fin de sobrevivir, para Heidegger necesitamos la angustia para "existir" en el mundo. ¿Qué quiere decir esto? Navegamos cotidianamente en el mundo atrapados en su red de cosas, gentes, acciones y circunstancias. Nos levantamos, vamos a trabajar, nos encontramos con nuestros colegas y amigos, compramos un mueble o el último modelo de teléfono....Estamos completamente absortos en esto. Heidegger llama "caída" a esta aborción en el mundo. En términos sencillos, "caemos" en nuestras rutinas y, al hacerlo, tendemos a pasar por alto el sentido auténtico de nuestra vida, a dejar de buscarlo. Alojados en la "inercia de la caída", nos alejamos de nosotros mismos. Huimos de una vida con sentido, porque eso nos resulta más cómodo. Reprimimos la angustia, pero "la angustia está ahí. Sólo que está dormida".
  Pero cuando despierta, nuestra relación simbiótica con el mundo desaparece. En la angustia, las mismas cosas, circunstancias y personas en el mundo resultan irrelevantes y desaparecen. Todas las cosas "se esfuman". Cualquier conexión previa con el mundo, así como cualquier interpretación del mismo, es puesta en duda. No es de extrañar que para transmitir el inquietante sentimiento de angustia Heidegger también utilice la palabra unheimlich , que literalmente significa "que no tiene hogar" o alienado del hogar". En un ataque de angustia nos vemos obligados a tomar mayor conciencia de nosotros mismos y,al hacerlo, nos replanteamos la importancia de algunas de las cosas cuya posesión tanto solemos apreciar, así como nuestro compromiso con ellas. Nos cuestionamos a nosotros mismos. La angustia desvela el mundo y nuestra condición en él como lo que son, esto es, vacíos de adornos superfluos.
  Nuestra angustia también conecta con el futuro. Somos seres humanos que existimos en el tiempo, insistió Heidegger. En efecto, no nos angustiamos por lo que ya pasó, ni por lo que está a punto de suceder. En cambio, nos angustiamos ante todo por lo que podría ocurrir. Con frecuencia la preocupación se introduce sigilosamente cuando pensamos en las infinitas oportunidades que podemos aprovechar-o no- en la vida. La angustia tiene su origen la conciencia de nuestra libertad para elegir lo que queremos ser y cómo queremos vivir. Para Heidegger, la elección se acompaña de una importante dificultad, porque, en el fondo, se refiere al tipo de vida que nos permite ser más auténticos. No versa simplemente sobe qué trabajo escoger, qué casa comprar o con quien compartir una vida, sino sobre el trabajo, la casa y el individuo que pongan de relieve la máxima potencialidad de nuestro ser, de lo que dependemos, podría decirse, para el logro de nuestra felicidad. No hay receta. Solo cada persona puede saber qué es lo mejor para ella. Se trata de elegir algo por su significado para uno mismo y únicamente para uno mismo, con independencia de su conformidad a las normas de la sociedad o los valores de cualquier otra persona.[...]
  A decir verdad, ser fiel a uno mismo es un desafío infinito que, con distinto grado de conciencia, afrontamos día tras día. La angustia acecha permanentemente a la vuelta de la esquina y con ella estamos en constante negociación.[...]
  Cuando me aproximé a Heidegger, me di cuenta de que su descripción de la angustia era paralela a mi metáfora personal de la angustia como fuerte viento. El viento que lo había barrido todo me había arrancado del carrusel de la vida y me había dejado en un escenario vació y en sombras, con una sola luz dirigida directamente hacia mí. Sus palabras me hablaron como no lo había hecho ningún experimento. Ideas y filosofía se avenían mucho mejor a mi sentimiento personal de angustia que el laboratorio y la ciencia.




Cómo sentimos
Giovanni Frazzetto

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