martes, 26 de mayo de 2015

¡De las calles a los gobiernos!


Tras la fiesta llega la resaca y ahora que la ciudadanía ya ha elegido el altavoz que quiere para gritar y actuar durante estos cuatro años en sus municipios queda en evidencia que las consignas del 15M han pasado de ocupar la plaza a ocupar las instituciones gubernamentales. ¡Las calles han asaltado los gobiernos!

Desde que el sueño americano español, hecho de cemento, grúas y exhibicionismo económico de cartón en el que vivíamos ha caído, las voces dormidas se han ido pronunciando. Sus gritos han ido en aumento y finalmente han despertado a gran parte de la ciudadanía. Desde la caída del muro de Berlín no ha habido un discurso contra la hegemonía neoliberal y quien en teoría podía hacerlo, se vendió a una ilusoria social-democracia donde lo social se vendía a precio asequible para mantener, nos decían, la democracia. Hoy, aquellos que se vendieron y traicionaron a sus orígenes, obtienen sus resultados.

Sin embargo, la esperanza nunca muere y el 24M ha sido la prueba, una vez más, de que vamos poco a poco porque vamos lejos. El afloramiento de los discursos del 15M se ha  materializado y ha traspasado las puertas opacas de las instituciones, puertas que desde la calle estaban cerradas ahora se abren. El acontecimiento del 15M sigue vivo y cociendo las venas de todas aquellas personas que quieren un cambio, no sólo político e institucional, sino también ético y paradigmático, pero sobre todo un cambio que se quiere y que se puede realizar. Este fervor irá en aumento mientras las mordazas e insultos sigan en sus poltronas y mientras el cambio que ya se ha iniciado no llegue, esta esperanza no desaparecerá. Porque si no se pudiera cambiar el rumbo de la sociedad, si no se pudiera cambiar la razón gubernamental y económica, el futuro no seria cosa de las personas y, por lo tanto, las democracias y los Estados de derecho no serían más que un teatro. No obstante, mirando el pasado podemos ver que los cambios son posibles, que se puede cambiar el rumbo de lo que parece imparable: podemos cambiar el futuro decidiendo un presente diferente.

Si con el 15M se escucharon los primeros gritos, este 24M los gritos ya han ido más allá de las puertas gubernamentales. Vuelve a haber dos bandos, los que quieren tomar partido de la política para poder decidirlo todo, y los que quieren hacer de las personas herramientas estatales de los intereses mercantilistas. Esta guerra es muy larga, pero la batalla del 24M la han ganado los primeros al tirar muros que parecían de acero. A grito de “¡Sí se puede!” empieza una nueva política, porque sí que se puede decir no a los bancos, no a los desahucios, no a las privatizaciones, no al cierre de servicios sociales y no a las discriminaciones. El miedo se camufla bajo la sonrisa de no hacer experimentos, pero la democracia consiste en hacerlos porque eso significa pensar, actuar, decidir, ejercer la libertad para crear leyes justas que nos permitan ser justos. Seamos, pues, libres: tomemos las instituciones como tomamos las plazas, porque los gobernarnos es no olvidarnos que las calles son nuestras realidades. ¡Adelante!


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