sábado, 30 de mayo de 2015

La cumbre de los sin nombre

Birmania niega ser el origen del éxodo; Tailandia y Malasia sólo prometen más rescates
Las ONG denuncian que los traficantes usan barcos como campos de reclusión
El comercio mafioso con los seres humanos se ha trasladado ahora a buques petroleros 



Un manifestante indonesio reclama un gesto de Suu Kyi a favor de los Rohingya. BEAWIHARTA REUTERS
Integrantes de la Asociación de Parlamentarios del Sudeste Asiático por los Derechos Humanos (APHR) y ONGs calificaron ayer de fracaso la cumbre que se celebró en Bangkok para enfrentar la presente crisis de inmigrantes y refugiados, que evitó analizar las razones de la huida de la comunidad Rohingya de Birmania.

"¿Han hablado sobre el caso de los Rohingyas en Birmania? Y si es así, ¿han conseguido algún progresos en ese asunto?", inquirió un periodista a Norachit Sinhaseni, representante del ministerio de Asuntos de Exteriores de Tailandia. Su respuesta fue concluyente. "No y no", se limitó a decir.

Para Charles Santiago, presidente de la APHR y diputado de Malasia, el tabú que se estableció en el encuentro en torno a la mera mención de la palabra Rohingya -Sinhaseni admitió que no se "había usado de forma extensiva"- refleja los limitados resultados de esta conferencia internacional que reunió a 17 países asiáticos.

"Mucho hablar sin contenido real", aseguró Santiago.

El encuentro concluyó con un acuerdo en el que las naciones se comprometen a intensificar las labores de rescate de los posibles navíos cargados de inmigrantes que permanezcan en alta mar. En este sentido, tanto Tailandia como Malasia han aceptado que aviones de EEUU participen en el operativo.

El documento final también incluyó una vaga referencia a la necesidad de que tanto Birmania como Bangladesh, los dos países que son origen de esta avalancha de "exiliados", promuevan el "total respeto de los derechos humanos, la seguridad y el sentimiento de pertenencia (a ese país) -a los Rohingyas se les retiró la nacionalidad en 1982- y el acceso a servicios y derechos básicos".

"Son objetivos a largo plazo. No podemos resolver todo en una reunión. Sería un milagro y no creo en milagros", apostilló Norachit Sinhaseni.

Durante el encuentro, el representante de Birmania reprendió al enviado de Acnur por evocar la discriminación de los Rohingyas. "Usted no puede estigmatizar a mi país", afirmó en tono claramente indignado Htein Lin, un funcionario birmano, que acusó al miembro de la ONU de "politizar" la cita.

Birmania sigue aferrada a su posición de que los Rohingyas no son sino inmigrantes de Bangladesh, algo que confirmó al anunciar durante la jornada el hallazgo de otro buque con más de 727 pasajeros a los que definió como "bengalíes", un término que utiliza ese país para referirse tanto a bangladesíes como a los Rohingya.

Para Phil Robertson, el vicedirector de Asia en Human Right Watch, Birmania intenta "evadir la responsabilidad de una política de abusos que ha llevado a huir en barcos a la desesperada a decenas de miles de personas".

Cautiverio en los barcos
ONG especializadas en la minoría musulmana de Birmania y representantes de esa propia comunidad aprovecharon la cita para alertar sobre la nueva táctica adoptada por las mafias del tráfico de personas, que al ver como Tailandia y Malasia han desmantelado los campos de reclusión sitos en su frontera común, parecen haber decidido usar los propios barcos como recintos donde mantener cautivos a Rohingyas y bangladesíes hasta que sus familias paguen el rescate estipulado.

"Cuando pagan, los inmigrantes son trasladados a Malasia en pequeños botes. Así evitan la ruta terrestre (Tailandia)", relató el diario 'Burma Times'.

"Están usando incluso un petrolero con capacidad para 2.000 personas. La víctima que me lo contó por teléfono me dijo que a los muertos los tiran por la borda", explicó a este periódico Abdul Kalam, director de una asociación de Rohingyas ubicada en el sur de Tailandia.

La ONG Arakan Project y el presidente de la Asociación de Rohingyas de Tailandia, Maung Kyaw Un, confirmaron tal extremo. Un testigo entrevistado por el diario 'The Guardian' indicó haber sido retenido en un buque con "seis pisos", tres bajo cubierta y otros tres encima de ella.

El habitual tránsito de Rohingyas y bangladesíes a través de Tailandia y Malasia quedó interrumpido a principios del presente mes.

"Solo tenía una cosa en la cabeza: morir. Porque sería más fácil que vivir", dice Nurul Amin Nobi, Rohingya de 25 años

Como ocurre con Birmania, estas otras dos naciones se muestran reticentes a asumir la responsabilidad que supone el que este comercio ilegal llevara años establecido en sus respectivos territorios con la complicidad de funcionarios y muchos residentes locales, como asumieron ellos mismos a este diario.
Asociaciones de Malasia como Tenaganita o la Sociedad Rohingya de la provincia de Kedah volvieron a recordar que habían denunciado la existencia de los campos de internamiento en esta última nación desde hace años.

"No dirían que no había información. Había suficiente información pero nadie nos tomó en serio", refirió Aegile Fernandez, directora de Tenaganita.

En lo único en que coincidieron autoridades malasias y activistas fue en reconocer que algunos de los responsables de la trata humana son también Rohingyas.

"Las mafias están dirigidas por Rohingyas", argumento el número dos de la policía de malasia, el general Noor Rashid Ibrahim.

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Tras años de silencio, los medios malasios han comenzado a descubrir el complejo entramado que existía también en aquel país y revelar sus detalles más estremecedores.

Relatos tan sobrecogedores como el que ofrecía ayer Nurul Amin Nobi, un Rohingya de 25 años entrevistado por el medio malasio Bernama.

"Solo tenía una cosa en la cabeza: morir. Quería morir porque sería más fácil que vivir. Me encerraron en una jaula como las gallinas o las cabras. Cada día 5 ó 6 personas morían, a causa de las enfermedades, de las palizas o ejecutados con un disparo. Un bebé murió de hambre porque su madre no era capaz de generar leche (para amamantarle). Poco después también murió la madre", recordó.

Nurul añadió que los guardias del complejo -"que hablaban thai", precisó- también violaban a las prisioneras.
"Podíamos escuchar los gritos de las mujeres cuando eran violadas por un grupo de guardianes. Y lo que es peor, algunas se quedaron embarazadas", dijo.

Más información:http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/30/5568b30b22601d91688b459f.html
http://www.elmundo.es/internacional/2015/05/30/5568a1cc268e3e7f518b4591.html

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