martes, 13 de octubre de 2015

Un domingo cualquiera en Oriente Medio

Desde que el elefante tejano entró en 2003 en la cacharrería más delicada del planeta, apenas queda algo en pie en la región

Aviones rusos durante una exhibición. Foto: EFE

Un día cualquiera en Oriente Medio. Por ejemplo, el pasado domingo.

Mientras nosotros discutíamos quién iba y quién no a la recepción de palacio, la aviación rusa lanzó 55 ataques en Siria; el ejército de Al Asad recuperó terreno ayudado por fuerzas libanesas de Hezbolá; grupos sirios anunciaron una inminente ofensiva sobre la ciudad de Raqqa apoyados por tropas kurdas y armamento estadounidense; Líbano atacó posiciones del ISIS en la frontera con Siria; 44 kurdos del PKK murieron en bombardeos turcos en Irak y Turquía; la aviación iraquí bombardeó un convoy donde creía que viajaba un líder del ISIS…
 
Esperen, que cojo aire y sigo: el mismo domingo, Francia reveló la muerte de seis yihadistas franceses en sus bombardeos en Siria; Irán probó un nuevo misil de largo alcance; Estados Unidos lanzó 50 toneladas de munición para apoyar a sus “rebeldes”; Al Qaeda llamó a la movilización general contra Siria y Rusia; Turquía señaló al ISIS como autor del atentado que dejó 97 muertos; un palestino de 13 años murió de un disparo israelí durante una manifestación; una mujer palestina embarazada y su hija de dos años murieron en un bombardeo israelí sobre Gaza; cuatro israelíes fueron heridos por nuevos ataques a cuchillo de palestinos; Rusia y Arabia Saudí acordaron reforzar su cooperación contra el terrorismo; y el Sunday Times informó de que los aviones británicos podrían entrar en combate con aviones rusos…
 
No está mal para ser un domingo, ¿eh? Y esto es solo la letra grande, lo que la prensa filtra. Asomarse estos días a la actualidad de Oriente Medio garantiza no pegar ojo en toda la noche. La acumulación de zonas de conflicto, intereses y contendientes es tal que, en el mejor de los casos, no entenderemos nada: sirios de varios bandos, iraquíes, turcos, kurdos, libaneses, franceses, británicos, rusos, estadounidenses, más elementos de Al Qaeda y el ISIS, y turistas de la Yihad llegados de todo el planeta, se mezclan en una guerra de todos contra todos, donde nadie tiene narices de dibujar un mapa de zonas controladas, y donde los fabricantes de armas están saldando todos los restos de almacén.
 
No digo nada de la incomprensible política de alianzas, por la que dos se pelean en una ciudad pero son aliados pocos kilómetros más allá contra un enemigo común que a su vez tiene que llamar por teléfono antes de disparar, a lo Gila, para ver si el de enfrente es el enemigo o si un cohete mal disparado inicia la Tercera Guerra Mundial. Sumen a todo lo anterior el eterno conflicto palestino-israelí, que estos días sube de nuevo la temperatura, y ya estamos todos.
 
¿Qué más puede salir mal en Oriente Medio? Todo puede salir mal, incluso peor. Tanto, que muchos añoran los no muy lejanos tiempos de paz y equilibrio regional. Sí, en algunos casos era la paz de los cementerios y el equilibrio de quienes se apuntan mutuamente, pero eran paz y equilibrio, y tras el espejismo de las primaveras árabes todo ha ido a peor en la mayoría de países.
 
Cuesta distinguir dónde empezó todo, cuál fue la chispa que hizo saltar por los aires una región que tampoco es que haya sido alguna vez un remanso. El elefante tejano entró en 2003 en la cacharrería más delicada del planeta, y hoy todos pisan sobre añicos. En su momento hubo quien pronosticó un imparable efecto dominó: democratizando Irak por la vía militar, llegaría la democracia a todo Oriente. Doce años después, rotos todos los equilibrios políticos y religiosos en la zona, casi no queda una ficha de dominó que se mantenga en pie, el tablero está hecho unos zorros, y la democracia, ya tal.
 
Si el efecto mariposa, en su versión popular, provoca un huracán al otro lado del planeta por el aleteo inofensivo de un insecto, en Oriente Medio no hubo mariposa inicial, sino directamente un misil, y su interminable onda expansiva dejó ayer una mujer en silla de ruedas en una playa de Canarias.
 

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