sábado, 21 de noviembre de 2015

El miedo se apodera de Francia



François Hollande ha hecho suyo el discurso de George W. Bush tras el atentado contra las Torres Gemelas. La declaración de que “Francia está en guerra” es casi una cita literal del presidente norteamericano: “Estamos en guerra contra el terror”. Uno y otro emplearon más de una decena de veces el término guerra en sus respectivos mensajes a la nación, ambos apelaron a la solidaridad internacional para responder a los agresores y anticiparon reformas legislativas que para controlar a unos pocos (o muchos) terroristas limitarán las libertades de todos.

Nadie discute a Francia el derecho de respuesta tras la cadena de atentados del viernes 13. Pero dados los innumerables desastres que ha acarreado la estrategia antiterrorista de Bush, no del todo ajena al surgimiento del denominado Ejército Islámico, habría que pedir al Gobierno socialista francés una reacción ponderada, que en todo caso no empeore las cosas. El castigo de los culpables no puede hacerse a costa de los derechos de todos los ciudadanos.

La Ley Patriótica que patrocinó Bush, varias veces reformada pero nunca derogada, consagró para siempre unos poderes excepcionales de los servicios de inteligencia para controlar sin visado judicial las comunicaciones entre personas, otrora  amparadas por esa antigualla llamada derecho a la privacidad. También creó el limbo jurisdiccional de Guantánamo, un agujero negro de las democracias occidentales, que Obama no ha sido capaz de desmontar.

La reforma constitucional anunciada por el comandante Hollande, que prometió ser un presidente normal y va a acabar su mandato instalado en la excepción, permitirá a su gobierno ampliar hasta tres meses las atribuciones especiales que le otorga el estado de emergencia y que le permite limitar derechos básicos como los de reunión, manifestación, prensa y expresión, sobre los que descansa la democracia. Los servicios de seguridad tendrán amplios poderes para intervenir en el ciberespacio (móviles, redes sociales, web) y para hacer seguimientos físicos a las personas a las que la Sureté haya atribuido la ficha S: más de 10.000 en la actualidad.

El depositario de estos poderes será el primer ministro, Manuel Valls, sin que quepa amparo judicial. Cabe recordar que Valls, empeñado en presentarse ante los votantes como el Sarkozy del PS, justificó y elogió nada más llegar al cargo la actuación de la policía cuando esta detuvo un autobús escolar e hizo bajar a una niña gitana de 15 años, Leonarda Dibrani, antes de deportarla con su familia a Kosovo.

Algunas de las medidas anunciadas, junto al aumento de efectivos policiales y de inteligencia (unos 10.000 en los próximos dos años), ya fueron anunciadas el pasado mes de enero, tras los atentados contra Charlie Hebdo y el supermercado kosher. De ahí que la oposición parlamentaria haya arremetido contra el Gobierno en la primera sesión de la Asamblea, recién clausurado el duelo, por su tardanza en aplicar las leyes antiterroristas vigentes y la ley especial de los servicios secretos.

Marine Le Pen no se conforma por lo demás con el cierre provisional de fronteras, exige la clausura definitiva de Schengen y la abolición del programa europeo de asilo. A Sarkozy tampoco le basta con el seguimiento de los sospechosos, quiere que lleven pulseras electrónicas y que solo residan en determinadas zonas. Esta deriva puede desembocar en la creación de campos ad hoc. El clima años 30 empieza a resultar cada vez más inquietante.

Una cadena de atentados, por terrible que sea --y la de París lo ha sido--, no puede cambiar la esencia de un país, y por extensión del espacio común europeo, que ha sido el símbolo de los derechos humanos en todo el mundo. Tal vez en este frente nuestro país pueda aportar algún ejemplo, aunque solo sea por su dilatada experiencia antiterrorista. La policía española consiguió en marzo de 2004 descifrar en menos de 72 horas las claves de la matanza de Atocha, el mayor atentado habido en Europa. Y lo hizo sin necesidad de medidas excepcionales, incluso con cierto desinterés del Gobierno de Aznar, que por aquellos días andaba empeñado en atribuir los atentados a ETA para salvar las opciones electorales del PP.

Ocho terroristas suicidas no pueden desnaturalizar nuestra libertad ni alterar nuestros valores y nuestra forma de vida. El Ejército Islámico habría ganado, incluso si la aviación francesa o la de los potenciales aliados europeos consiguiera destruir sus bases operativas. Más que imitar a Bush, Cheney y otros guerreros neocons, Hollande debería tratar de aplicarse la máxima de Franklin Delano Roosevelt: “Solo hay que tener miedo del propio miedo”. Todo lo demás sería caer de bruces en la trampa tendida por los terroristas.


Fuente: http://ctxt.es/es/20151118/Firmas/3046/Europa-13-de-noviembre-Par%C3%ADs-Hollande-Siria-paz-Editoriales-Europa-Par%C3%ADs-13-de-Noviembre.htm#.VlAv2fKf6nJ.twitter

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