sábado, 30 de abril de 2016

Micrographia


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   Robert Hooke realizó sus estudios microscópicos a petición de la Royal Society, contribuyendo así a desarrollar las raíces de la biología, igual que había ayudado a desarrollar las de la química y la física. En 1663, la Royal Society encargó a Hooke la tarea de presentar al menos una nueva observación en cada reunión. Pese a una dolencia de los ojos que hacía que le resultase difícil y doloroso mirar a través de una lente durante largo tiempo, estuvo a la altura del desafío y realizó una larga serie de observaciones con la ayuda de instrumentos que él mismo diseñaba.
    En 1665, con treinta y cinco años, Hooke publicó un libro titulado Micrographia, o "pequeños dibujos" . Era un poco un batiburrillo de sus trabajos e ideas en varios campos, pero causó gran sensación porque revelaba un nuevo y extraño micromundo a través de cincuenta y siete asombrosas ilustraciones dibujadas por el propio Hooke. Estas ilustraciones presentaban por primera vez a la percepción humana la anatomía de una pulga, el cuerpo de un piojo, el ojo de una mosca y el aguijón de una abeja. Que incluso los animales más simples tengan partes corporales y órganos como nosotros no fue solamente una revelación sorprendentes para un mundo que nunca había visto un insecto ampliado, fue también una contradicción directa de la doctrina aristotélica, una revelación similar al descubrimiento de Galileo de que la Luna tiene montañas y valles igual que la Tierra.
    El año que se publicó Micrographia fue el mismo en el que alcanzó su punto álgido la Gran Peste que acabaría con la vida de uno de cada siete londinenses. Al año siguiente, Londres quedó envuelto en el Gran Incendio. Pero a pesar del caos y el sufrimeinto, la gente leyó el libro de Hooke, que se convirtió en un superventas.
    Aunque Hooke estimuló a toda una nueva generación de estudiosos, también sufrió el ridículo de los escépticos, a quienes resultaba difícil aceptar sus representaciones a veces grotescas, basadas en observaciones hechas con un instrumento en el que no confiaban. El punto más bajo se produjo mientras Hooke asistía a una sátira de la ciencia contemporánea escrita por el dramaturgo inglés Thomas Shadwell, y se sintió humillado cuando se dio cuenta de que los experimentos que eran objeto de burla sobre el escenario eran sobre todo los suyos, extraídos de su estimado libro.
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Las lagartijas no se hacen preguntas
Leonard Mlodinow

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