viernes, 7 de octubre de 2016

Mary Beard: “Ninguno querríamos estar vivos en la Roma antigua”

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Asesinatos, vertederos llenos de recién nacidos, esclavos… La Roma antigua era “tan brutal” que “ninguno querríamos estar vivos” entonces, asegura la historiadora Mary Beard, para quien esa quizá sea una de las razones por las que su ensayo sobre el imperio de los césares, SPQR, va por la tercera edición.

Beard es catedrática en la universidad de Cambridge, divulgadora de historia, editora especializada del Times Literary Supplement, protagonista de la serie documental “Roma, un imperio sin límites”, y último Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, que recibirá el próximo día 21 en Oviedo.

Aún no sabe lo que dirá ese día y le será “difícil” porque dispondrá solo de 5 minutos: “Lo que es seguro es que será sobre los romanos y las mujeres. Tengo 61 años y soy bastante dura. Las mujeres mayores podemos enfrentarnos al mundo y no hace falta teñirse el pelo para ello”, bromea, mientras se toca su largo pelo canoso.

“Una de las cosas que he conseguido hacer es representarme a mí misma, como mujer y como ser resistente. Si pudiese ayudar a otras mujeres a enfrentarse a los idiotas que están ahí fuera y que intentan que no hagan lo que quieren hacer ya me parecería bien”, añade.

Está “simplemente encantada” con la repercusión que está teniendo su ensayo, editado en castellano por Crítica, y asegura riéndose que “se da por satisfecha” si la mitad de la gente que lo ha comprado lo lee “hasta la última página” (la 646, concretamente).

“Quería hacer algo que llegase al público, pero no tratando a los lectores como tontos. Son las mismas ideas que enseño a mis alumnos en Cambridge. No es una versión fácil, desleída, sino académica pero sin tecnicismos”, asegura.

El mundo romano, el que surgió de una pequeña aldea en el siglo IV a.C. y se convirtió en el centro de un imperio que se expandió por todo el mundo conocido, “fascina” en el siglo XXI, como bien muestran los éxitos de taquilla de Gladiator o las ventas de su propio libro, porque, dice, enseña el poder “tal y como es”.

“Era todo bastante brutal, con soluciones expeditivas que asociamos solo a las más terrible dictaduras. Ninguno de nosotros querríamos estar vivos en la Roma antigua, sería terriblemente atroz para nuestra cultura. Son brutales pero ven las cosas tal y como son y actúan en consecuencia, con esa ironía tan astuta que les caracteriza”, argumenta.

La británica se apoya para su relato en mucho de lo que dejó escrito Cicerón (106 a.C.-43 a.C.) y precisa que en los textos que se conservan de él y de otros “hay mucha fantasía romana, muy distinta a la nuestra, en el sentido de que incluyen excesos extravagantemente sádicos que no parecen muy verosímiles aunque se hayan aceptado como buenos”.

“Los romanos tenían mucho interés en las luchas de gladiadores, pero me da la sensación de que nosotros más aún. No quiero privar a los lectores del mito”, se ríe de nuevo.

Le encantó, subraya, Gladiator, “una de las más extravagantes de romanos que se han hecho, pero la propuesta es muy brillante y hay cosas como el tratamiento a los esclavos, como meros objetos, invisibles, que dan muchas lecciones en las que hay que pensar”.

Es una gran ironía, dice, que en la Roma antigua fuera relativamente frecuente que esos “objetos” -los esclavos- fueran “libertados” por sus amos e incluso alcanzaran la ciudadanía, mientras que ahora los refugiados, “que nadie discute que son personas, nunca pueden tener esa consideración de ciudadanos con iguales derechos”.

“En el imperio romano jamás existió el concepto de ‘inmigrante ilegal’, aunque no quiero decir con esto que tengamos que hacer las cosas como los romanos, pero es verdad que somos muy rígidos a la hora de conceder la ciudadanía”, sostiene.

En su libro evidencia que hay muchos personajes históricos tratados injustamente, entre ellos Calígula -que debe su nombre al apodo que le pusieron de niño, “botitas”-: “Era tremendamente popular pero en cada reseña que hay sobre él se le trata de forma muy hostil y se cuentan barbaridades”, entre ellas su relación incestuosa con sus hermanas.

Le ha parecido “muy emocionante” a la vez que “muy aburrido” rodar la serie televisiva, porque “hay que parar y esperar y repetir cosas, pero, la oportunidad de ir, por ejemplo, a la Argelia romana es única”.


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