viernes, 14 de abril de 2017

La Segunda República y la ciencia


Unamuno en el exilio de París.
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El descrédito de la dictadura de Primo de Rivera entre los intelectuales encontró una de sus primeras manifestaciones en las protestas que suscitó el cese de Miguel de Unamuno como vicerrector de la Universidad de Salamanca y decano de la Facultad de Filosofía y Letras, a raíz de las críticas vertidas por el escándalo judicial de 1924 debido a la injerencia del dictador en el sistema judicial, lo que provocó la dimisión del presidente del Tribunal Supremo. Estas protestas dieron lugar a la apertura de expedientes disciplinarios de catedráticos de la Universidad Central y de la Universidad de Granada.

Fotografía de Campúa publicada en La Esfera el 1 de diciembre de 1923 con el siguiente pie:
los Reyes de Italia y España, el Príncipe heredero y
Mussolini y Primo de Rivera en las maniobras militares de los señores Centocelle.

   El 1927, Luis Jiménez de Asúa fue de nuevo expedientado por pronunciar una conferencia sobre "Eugenesia y maternidad" que llevó al periódico católico El Debate a solicitar su expulsión de la universidad. El descrédito alcanzó su cénit por el conflicto universitario desatado por el decreto que reconocía la capacidad de expedir títulos universitarios a los centros de enseñenza superior vinculados a las congregaciones religiosas, origen de fuertes protestas y disturbios que desembocaron en un importante movimiento huelguístico, convocado por la Federeación Universitaria Escolar (FUE) y con el apoyo de numerosos catedráticos, muchos de ellos vinculados a la JAE (Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas). El conflicto llevó en marzo de 1929 al cierre de la Universidad Central, la pérdida de la matrícula de los estudiantes y la suspensión del claustro y las autoridades académicas. Las protestas se extendieron a otras universidades, lo que provocó el cierre de muchas de ellas.
   El deterioro de la situación política llevó a Alfonso XIII a destituir al dictador el 28 de enero de 1930
   La proclamación el 14 de abril de 1931 de la Segunda República alentó las esperanzas del programa educativo y científico encarnado por la JAE. Se impulsaron sus actividades mediante una generosa política de financiación, a pesar de las dificultades económicas derivadas del estallido de la gran depresión iniciada con el crac de Wall Street en octubre de 1929. En una épca de recortes presupuestarios, la Junta vio crecer considerablemente su financiación, que llegó incluso a doblarse [...]

Proclamación de la II República Española, 14 de abril de 1931

  Se llegó a alcanzar un punto de madurez que exigía dar un salto en el proceso de institucionalización de la ciencia en España. La labor de la JAE había dado sus frutos. La política de pensiones (becas) y la apertura de centros de investigación había permitido formar a una generación de nuevos científicos que estaba en condiciones de plantearse sobre bases realistas la formación de un verdadero sistema científico en España. Las dificultades económicas que tuvo que enfrentar la República, consecuencia de la gran depresión, no fueron obstáculo para que el nuevo régimen afrontara un reto de dimensiones históricas para el país: hacer de la ciencia una práctica normalizada y ponerla al servicio del desarrollo económico, técnico y social del país para hacer realidad la aspiración de situar a la sociedad española en la senda de las naciones europeas más modernas.


Presidida desde sus inicios por Santiago Ramón y Cajal, con la colaboración de José Castillejo en la Secretaría, la JAE desarrolló diferentes objetivos, entre ellos: el servicio de ampliación de estudios dentro y fuera de España, las delegaciones en Congresos Científicos, el servicio de información extranjera y las relaciones internacionales en materia de enseñanza, el fomento de los trabajos de investigación científica y la protección de las instituciones educativas en la enseñanza secundaria y superior.Santiago Ramón y Cajal impartiendo una clase de disección en 1915 (Fotografía de Alfonso Sánchez García)
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La ciencia en España, 1814-2015
Exilios, retornos, recortes

Luis Enrique Otero Carvajal

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