miércoles, 5 de julio de 2017

Haenyeo, las abuelas buceadoras de la isla de Jeju

Lo que me atrajo a la bella isla de Jeju en Corea del Sur fueron las haenyeo, estas guerreras buceadoras que bajan hasta 10 metros en el mar a pulmón, sin aparato respiratorio para recoger el marisco y pescado que les dan sustento. Revertieron los roles de género tradicionales y, como motor económico de la isla, fueran las primeras mujeres con trabajo reconocido socialmente en todo el país. Hoy, la cultura de las haenyeo es Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

Una haenyeo recolectando. Fuente: Haenyeo Museum
Una haenyeo recolectando. Fuente: Haenyeo Museum
  En Corea del Sur hay una isla que ostenta el título de una de las nuevas siete maravillas naturales del Mundo, la isla de Jeju. Sin embargo no fue este galardón que me llevó hasta allí, no el principal motivo en todo caso. Lo que me atrajo a Jeju fueron sus sirenas, las haenyeo (“mujeres del mar”, en coreano) que bucean en los mares de esta increíble isla del país surcoreano.

Las haenyeo remontan al año 503 dc y bajan hasta 10 metros en el mar a pulmón, sin ningún aparato respiratorio (conocido como apnea o freediving), permanecen bajo el agua hasta 3 minutos para recoger el marisco y pescado, las cosechas marinas que les dan sustento.

Han revertido los roles de género tradicionales respecto a sus vecinas coreanas, sometidas a la esfera privada a lo largo de una Historia protagonizada por hombres, transformándose en el pilar de la economía familiar y reconocidas como la base de la economía de la propia isla (para que os hagáis una idea, sus cosechas marinas en la década de los 60 representaban el 60% de los ingresos pesqueros de la isla) y fueron las primeras mujeres con trabajo reconocido socialmente en todo el país. Un trabajo duro y con serios daños colaterales para la salud.

Un grupo de haenyeo después de la jornada de trabajo. Fuente:
Un grupo de haenyeo después de la jornada de trabajo. Fuente: Instagram de hyanglee89

 También se involucraron en otras actividades económicas de la isla, aparte de la pesca subacuática, como la agricultura, especialmente cuando la industria de las haenyeo entró en declive, allá por 1978, y la industria de mandarinas y sobre todo el turismo empezó a pegar fuerte. Además, se encargan de la economía doméstica y familiar. Fueron no sólo el motor de la economía de la isla durante años, sino también el motor de la vida, estableciéndose en comunidades con estructuras semi-matriarcales.

 Actualmente la mayoría de Haenyeo tienen más de 50 años de edad (algunas siguen buceando a sus 80 años) y son cada vez menos, pero no siempre ha sido así. En 1970, apenas un 14% tenía más de 50 años (respecto al 98% actual) situándose la mayoría entre los 30 y los 44 años. A día de hoy, las generaciones más jóvenes están cada vez menos interesadas en esta labor sacrificada y con riesgos, más interesadas en las nuevas oportunidades económicas que les brinda la moderna Corea del Sur.

Una haenyeo daessangun . Fuente: Haenyeo Museum
Una haenyeo daessangun . Fuente: Haenyeo Museum
 Conocer a estas sirenas, guerreras, buceadoras y enamoradas del mar era un sueño personal que se cumplió el pasado mes de Mayo, justo a tiempo para mi cumpleaños. Su historia, su determinación, su fuerza es tan interesante y poderosa que tiene que ser contada y visibilizada. Felizmente, a día de hoy, el tesoro que es la cultura de las haenyeo fue reconocido por el propio gobierno coreano y es, desde el año 2016, Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

Yo charlando con dos haenyeo, un sueño hecho realidad.
Yo charlando con dos haenyeo, un sueño hecho realidad.
 Después de empaparme sobre ellas, sus técnicas buceadoras (una delicia para quien bucea, como yo) y su cultura en el museo de la ciudad que les han dedicado, el Haenyeo Museum, caminamos unos metros y vemos varios puntos naranjas en el mar a lo largo de la costa. Eran ellas. Los sumbisori que daban la banda sonora al momento, sobre los que acababa de leer, lo confirmaban.

Los puntitos naranjas que avistamos a la salida del Museo Haenyeo, en la isla de Jeju.
Los puntitos naranjas que avistamos a la salida del Museo Haenyeo, en la isla de Jeju.
 El sonido que hacen las haenyeo al salir a la superficie y que tuve el privilegio de escuchar en directo se llama Sumbisori. Este silbido es la combinación de la inhalación de oxigeno y liberación de dióxido de carbono que acumularon en sus inmersiones de entre 1 y 2 minutos (las más expertas incluso hasta 3 minutos). Según ellas, gracias al sumbisori pueden trabajar más horas con menos periodos de descanso necesarios.

El Muljil, su sabiduría y habilidades, se pasa de generación en generación, de las más mayores y experimentadas, las Daessangun (algunas tienen más de 80 años) a las más jóvenes, las Hagun. En 1960, en el pico del número de haenyeo activas en la isla, las niñas hacían sus primeras inmersiones- en poca profundidad- con 7 o 8 años de edad hasta ser consideradas expertas con 18 años de edad.
 
Estatua de una haenyeo en la isleta de Udo, a 15 minutos en ferry de la isla de Jeju. hay estatuas homenajeándolas por todas partes en ambas islas.
Estatua de una haenyeo en la isleta de Udo, a 15 minutos en ferry de la isla de Jeju. Hay estatuas homenajeándolas por todas partes en ambas islas.
 Las haenyeo se dividen pues en distintas “clases” según sus competencias buceadoras: las Hagun pueden bucear entre 3 a 5 metros de profundidad; las Junggun (nivel intermedio) hasta 5 metros; las Sanggun (nivel avanzado) hasta 8 metros; y finalmente las Daessangun (el gran nivel) en el que alcanzan una técnica increíble de buceo, de pesca y de sabiduría pueden bucear hasta 10 metros. Las Daessangun, además, lideran las expediciones de buceo, controlando la seguridad de todas y participan en la toma de decisiones del pueblo.
 
El lugar donde se reúnen para compartir el muljil (la sabiduría adquirida a lo largo de los años) es muy importante en la cultura de las haenyeo y se llama bulteok.
 
Dado que las inmersiones siempre se hacen en grupo, para su propia seguridad, cada comunidad de haenyeo dispone de este bulteok que consiste en una hoguera rodeada de piedras en circulo, donde se preparan juntas para bucear y al regresar de las inmersiones, descansan juntas alrededor del calor del fuego. También disponen en la comunidad de un Doldam, una cerca de piedra que las resguarda del viento donde se pueden cambiar tranquilamente.
 
Representación de un bulteok en el Haenyeo Museum.
Representación del bulteok y el doldam en el Haenyeo Museum.
El regreso del buceo es una expresión bella de su sororidad: mientras descansan alrededor del bulteok, intercambian técnicas de buceo, toman decisiones, se desahogan y comparten consejos para las inquietudes personales y familiares entre todas.

Antes existían de 3 a 4 bulteok por cada pueblo (dependiendo del tamaño) y actualmente existen apenas 70 bulteok por toda la isla. Algunos han sido remplazados desde 1985 por modernos vestuarios equipados con agua caliente y fría y más comodidades, pero siguen cumpliendo la misma función para las haenyeo que los bulteok tradicionales.
 
Un antiguo dicho de las haenyeo es “Earn from Heavens. Spend on Earth” algo como “Obtenido gracias al Cielo, Consumido en la Tierra“, un dicho que implica que el trabajo de una haenyeo es aparte de duro, muy peligroso y por eso rezan al dios Dragón, en su cultura el que controla los mares y a quién piden seguridad y cosechas abundantes.
 
Pues imaginad qué día es el ritual y el festival más representativo de la cultura de las haenyeo¡El 8 de Marzo!, el día internacional de las mujeres trabajadoras. Sin embargo el 8 de Marzo de las haenyeo remonta a bastante antes del 8 de Marzo institucionalizado por la ONU en 1975.
 
En el octavo día del tercer mes lunar se celebra en la isla de Jeju el ritual chamánico al dios Dragón para el que las haenyeo ahorran y se preparan todo el año, ya que el ritual está conectado con todos los días de su vida. Durante el ritual, dan la bienvenida al dios Dragón para protegerlas en los mares y darles prósperas cosechas marinas.
 
Rezando al Dios Dragón, para protección en el mar y cosechas abundantes.
Rezando al Dios Dragón, para protección en el mar y cosechas abundantes. Fotografía hecha en el Haenyeo Museum.
 
Y es que la relación de las haenyeo con el mar siempre ha sido de respeto y coexistencia. Se adaptaron al ecosistema del océano, elaborando su propio conocimiento del mismo y sus técnicas buceadoras. Dado que impulsaron la economía de la isla gracias a sus cosechas marinas, le están agradecidas y lo respetan. Por ello, definen temporadas donde el buceo y la pesca no están permitidos, para la regeneración del océano.
 
Todos los beneficios de la pesca subacuática son compartidos y gracias a ello la cultura de pesca comunitaria persiste a día de hoy. Pero no siempre ha sido así. Hasta la colonización japonesa, gran parte de sus cosechas eran entregadas a las autoridades de la dinastía Joseon (la última dinastía y la más larga de Corea) como un tributo.
 
Con la invasión japonesa, este tributo fue abolido permitiendo a las haenyeo vender sus capturas en el mercado libre. No, como todo colonizador, los japoneses no lo hicieron con la intención de otorgar más derechos a las haenyeo, sino pensando en su propio beneficio. Comerciantes japoneses y coreanos contrataban a las buceadoras como trabajadoras asalariadas para mejorar su situación financiera.
 
Por este motivo las haenyeo de Jeju no bucearon exclusivamente en la isla de Jeju, lo hicieron también en otras aguas coreanas, japonesas (coexistiendo con las también buceadoras ama niponas), chinas y hasta rusas.
 
Grupo de haenyeo. Fotografía hecha en el Haenyeo Museum.
Grupo de haenyeo. Fotografía hecha en el Haenyeo Museum.
Fueron precisamente los japoneses, con tradición de buceadoras en su cultura también – las ama) que introdujeron los trajes de neopreno en Corea en los en los años 70 y supusieron una gran diferencia en las condiciones de trabajo de las haenyeo.
 
Si antes con los trajes de algodón (Mulsojungyi) las haenyeo podían trabajar en el mar entre 30 y 60 minutos, con los nuevos trajes (Gomuot) bucean entre 3 a 6 horas, y van a mayor profundidad. Si es cierto que esta mejora en sus Mulot (equipo) supuso un incremento en las cosechas marinas, también aumentaron los efectos colaterales para su salud como el malestar de descompresión.
Haenyeo con sus trajes de algodón (Mulsojungyi) previos a la introducción de los trajes de neopreno.
Haenyeo con sus trajes de algodón (Mulsojungyi) previos a la introducción de los trajes de neopreno (Gumot).  Fuente: Haenyeo Museum
 Otra curiosidad es que desde el 2012, las haenyeo pasaron a usar en gran parte trajes de color naranja, para mejorar la visibilidad de cada una bajo el mar. No sé si fueron los trajes o los Tewak que siempre las acompañan, también naranjas (el recipiente con una red que flota en la superficie) esos puntitos naranjas que vislumbré en el mar esa tarde de Mayo, pero fue ese color que me llevó hacia ellas, un día que recordaré para siempre.

Aparte de increíbles buceadoras, las haenyeo son también guerreras ya que fueron la mayor expresión anti-imperialista y anti-colonialista a la invasión japonesa en la isla de Jeju. Su lucha no se centró sólo en contra de la explotación económica que sufrían como asalariadas sino también para la restauración de la independencia del país en contra de la soberanía colonial represiva japonesa.
 
Yo, frente a un mural homenajeando las haenyeo, en la isla de Jeju.
Yo, frente a un mural homenajeando las haenyeo, en la isla de Jeju.
 ¡Que sigamos escuchando su sumbisori muchos años más!
 
 

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