viernes, 22 de diciembre de 2017

Malignidad y astucia

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Octopus tetricus
 La malignidad y la astucia se
   nos han mostrado como las 
características de este animal.

        CLAUDIO ELIANO,
siglo III d. de C.
...

En la naturaleza, los pulpos son animales relativamente solitarios. Se cree que su vida social, en la mayoría de especies, es mínima. Sin embargo, en el laboratorio, suelen ser rápidos a la hora de cogerle el tranquillo a cómo funciona la vida en sus nuevas circunstancias. Se sabe que los pulpos pueden reconocer a sus cuidadores humanos individuales y comportarse de manera diferente hacia ellos. Hace años que relatos de este tipo se generan en diferentes laboratorios. En uno de Nueva Zelanda, un pulpo le cogió manía a un miembro del personal del laboratorio, sin ninguna razón aparente, y siempre que dicha persona pasaba por la pasarela situada detrás del tanque, recibía un chorro de dos litros de agua en la parte posterior del cuello. [...]
    Stefan Linquist, un filósofo que ha estudiado el comportamiento de los pulpos en el laboratorio, lo describe así: "Cuando trabajas con peces, estos no tienen ni idea de que están en un tanque, en algún lugar no natural. Con los pulpos es totalmente distinto. Saben que se encuentran dentro de este lugar especial y que tú te hallas fuera de él. Todos sus comportamientos se ven afectados por su conocimiento de la cautividad". Los pulpos de Linquist trasteaban con su tanque, lo manipulaban y hacían pruebas con él. Linquist tuvo un problema cuando los pulpos taponaron de forma deliberada las válvulas de escape de los tanques al introducir sus bazos en ellas, quizá para aumentar el nivel del agua. Desde luego, esto inundó todo el laboratorio.
    Otro relato que ilustra la opinión de Linquist es el contado por Jean Boal. A los pulpos les encanta comer cangrejos, pero en el laboratorio se les suele alimentar con camarones o con calamares que previamente han sido descongelados. A los pulpos les cuesta un cierto tiempo acostumbrarse a estos alimentos de segunda categoría, pero al final lo hacen. Un día, Boal caminaba junto a una fila de tanques, dando a cada pulpo un pedazo de calamar descongelado mientras pasaba. Al llegar al final de la fila, volvió por el camino que había recorrido. Sin embargo, el pulpo del primer tanque parecía estar esperándola: no se había comido su calamar, sino que lo mostraba para llamar su atención. Cuando Boal se detuvo allí, el pulpo se dirigió lentamente hasta el otro lado del tanque, hacia el conducto de desagüe, al tiempo que no cesaba de mirarla. Cuando llegó al conducto de desagüe, y todavía sin dejar de mirarla, tiró el fragmento de calamar por el desagüe.
    Este relato, junto con todos los de pulpos que lanzan chorros de agua a quienes experimentan con ellos, me recordó algo que yo había visto. A menudo los pulpos cautivos intentan escapar y, cuando lo hacen, parecen ser capaces de elegir, de forma infalible, el momento en que uno no los observa. Por ejemplo, si tenemos a un pulpo en un cubo de agua, a menudo parece que allí se encuentra relativamente conforme, pero, si nuestra atención se desvía por un segundo, cuando volvemos a mirar veremos a un pulpo arrastrándose silencioso sobre el suelo.....


Otras mentes
Peter Godfrey-Smith

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